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Para preguntas médicas, le animamos a revisar su información con su médico.
Esta es una versión condensada de una parte del artículo que describe la Guía sobre alimentación y actividad física para la prevención del cáncer de la Sociedad Americana Contra El Cáncer. El artículo con la guía en su totalidad (incluyendo referencias bibliográficas), la cual está redactada para los profesionales de la salud, está disponible en CA: A Cancer Journal for Clinicians en:
Al menos el 18% de todos los casos de cáncer y alrededor del 16% de las muertes por cáncer en los Estados Unidos están relacionados con el exceso de peso corporal, la inactividad física, el consumo de alcohol, o/y una nutrición deficiente. Muchos de estos tipos de cáncer podrían prevenirse si se siguen las recomendaciones de la Sociedad Americana Contra El Cáncer sobre nutrición y actividad física.
Logre y mantenga un peso saludable durante toda su vida.
Manténgase físicamente activo(a).
Siga un patrón de alimentación saludable a cualquier edad.
Lo mejor es no beber alcohol.
Las organizaciones públicas, privadas y comunitarias deberán colaborar a nivel local, estatal y nacional para desarrollar, abogar por e implementar cambios reglamentarios y ambientales que:
Cada parte de esta guía se aborda detalladamente a continuación.
Tener sobrepeso u obesidad está asociado claramente con un aumento en el riesgo para varios tipos de cáncer, incluyendo:
Tener sobrepeso u obesidad también podría aumentar el riego de otros cánceres, como:
En su mayor parte, tener sobrepeso u obesidad es el resultado del consumo de calorías en exceso (tanto de alimentos como de bebidas) y de no quemar suficientes calorías, aunque la genética y los cambios en el metabolismo de cada individuo, así como su edad, también son factores determinantes.
Algunos estudios han revelado un vínculo entre la pérdida de peso y un menor riesgo de algunos tipos de cáncer, como cáncer de seno tras la menopausia y cáncer de endometrio. El riesgo para algunos otros tipos de cáncer puede que también se reduzca debido a la pérdida de peso. Mientras aún hay mucho por aprender en este tema, se exhorta a que las personas con sobrepeso u obesidad tomen medidas para perder peso.
Se cree que en Estados Unidos el exceso de peso corporal es responsable de alrededor de un 11% de cánceres en las mujeres y alrededor de un 5% de cánceres en los hombres.
Para algunos tipos de cáncer, la relación con el peso corporal es mayor de lo que lo es para otros. Por ejemplo, el exceso de peso se considera ser un factor en más de la mitad de todos los cánceres endometriales, mientras que esta asociación tiene una menor proporción para otros tipos de cáncer.
Claramente, el exceso de peso es un factor principal para muchos tipos de cáncer. Sin embargo, el impacto total de la epidemia de obesidad que hay en la actualidad sobre la incidencia de cáncer, incluyendo el efecto a largo plazo de la obesidad que comienza tan pronto como en la infancia, aún no se ha analizado bien.
La actividad física se ha asociado a un menor riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, entre los cuales se incluye:
La actividad física también podría afectar el riesgo de otros cánceres, como:
Ser físicamente activos también es útil para prevenir el aumento de peso y la obesidad, lo cual a su vez reduce el riesgo de desarrollar los tipos de cáncer asociados con un exceso de peso corporal.
Un estilo de vida físicamente activo puede que también disminuya el riesgo en una persona de llegar a tener otros problemas de salud, como enfermedades del corazón, hipertensión arterial (presión alta), diabetes y osteoporosis (adelgazamiento de los huesos).
Intensidad moderada |
Intensidad vigorosa |
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Ejercicios y actividades para la recreación |
Caminar, bailar, andar en bicicleta, patinar sobre hielo o sobre ruedas, cabalgar, andar en canoa, practicar yoga |
Trotar o correr, andar rápidamente en bicicleta, entrenamiento con circuito (pesas), baile aeróbico, artes marciales, brincar la cuerda, nadar |
Deportes |
Voleibol, golf, softball, béisbol, bádminton, tenis en parejas, esquí cuesta abajo |
Fútbol soccer, hockey sobre hierba o sobre hielo, lacrosse, tenis individual, ráquetbol, básquetbol, esquí a campo traviesa |
Actividades en el hogar |
Cortar el césped, trabajos de jardinería y mantenimiento del césped en general |
Excavar, cargar y tirar con fuerza, albañilería, carpintería |
Actividades en el lugar de trabajo |
Caminar y levantar peso como parte del trabajo (trabajo de custodia, agricultura, reparación de autos o maquinaria) |
Tareas manuales intensas (ingeniería forestal, construcción, extinción de incendios) |
Los adultos deberán hacer de 150 a 300 minutos de actividad a intensidad moderada o de 75 a 150 a intensidad vigorosa, o una combinación de ambas que resulte equivalente. Lo ideal es lograr o incluso sobrepasar el límite superior de 300 minutos semanales.
Al combinar entre los distintos tipos de actividad, 1 minuto de actividad vigorosa puede ser realizado en lugar de 2 minutos de actividad moderada. Por ejemplo, 150 minutos de actividad moderada, así como 75 minutos de actividad vigorosa, o bien, una combinación de 100 minutos de actividad moderada junto con 25 minutos de actividad vigorosa equivalen a la misma cantidad de ejercicio.
Se ha demostrado que este nivel de actividad brinda beneficios evidentes a la salud, incluyendo una disminución del riesgo de morir a una edad prematura, así como menos probabilidades de desarrollar y morir por ciertos tipos de cáncer. Realizar una cantidad mayor de actividad física puede incluso ser mejor para la reducción el riesgo de cáncer.
Para las personas que no son activas o que recién comienzan un programa de actividad física, los niveles menores de actividad a los antes descritos pueden aún ser benéficos para su salud, especialmente para el corazón. La cantidad e intensidad de actividad podrá entonces incrementarse lenta y paulatinamente. La mayoría de los niños y adultos jóvenes pueden realizar actividades físicas y/o vigorosas con seguridad sin necesidad de consultarlo con sus médicos. Pero los hombres mayores de 40 años, las mujeres mayores de 50 años y las personas con enfermedades crónicas o con factores de riesgo cardiacos deberán consultar con sus médicos antes de comenzar algún programa de actividad vigorosa.
Se deberá animar a que los niños y adolescentes se ejerciten diariamente al hacer una actividad física de moderada a vigorosa por lo menos una hora por día. Esto debe incluir actividades de fortalecimiento muscular al menos 3 días a la semana. Las actividades deberán ser apropiadas a la edad, amenas y variadas, incluyendo deportes y acondicionamiento físico en la escuela, en casa y en la comunidad. Para ayudar a alcanzar las metas relacionadas con la actividad, las escuelas deben brindar a los niños programas de educación física, al igual que recesos escolares con actividades, así como limitar el "tiempo de pantalla" (ver TV, jugar videojuegos o el uso del teléfono y la computadora).
Cada vez hay más evidencia que indica que la cantidad de tiempo que una persona pasa sentada es un factor importante, independientemente de su nivel de actividad física. El tiempo pasamos sentados incrementa el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, cardiopatías y algunos tipos de cáncer, así como el riesgo de morir a una edad más joven.
Los cambios en el estilo de vida y los avances tecnológicos han ocasionado que la gente sea menos activa y que pase más tiempo sentada diariamente. Esto es cierto tanto en el lugar de trabajo como en el hogar, debido a un incremento en el tiempo que se dedica a ver TV, a usar la computadora o a estar frente a cualquier otro tipo de pantalla. Limitar la cantidad de tiempo estando sentados, como se sugiere en la tabla a continuación, puede que contribuya a mantener un peso corporal saludable, así como a reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Consejos prácticos para reducir el tiempo de estar sentados
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Un patrón de alimentación saludable incluye:
Un patrón de alimentación saludable limita o no incluye:
En los últimos años, los efectos de los patrones de la alimentación sobre el riesgo de cáncer (y otras enfermedades) han adquirido más importancia, a diferencia de los efectos de los nutrientes individuales.
En general, los patrones de la alimentación que muestran más beneficios para la salud se basan principalmente en alimentos de origen vegetal (incluyendo verduras que no sean ricas en almidón, frutas enteras, granos enteros, legumbres y frutos secos/semillas), fuentes de proteínas saludables (más altas en legumbres y/o pescado y/o aves de corral, y más bajas en carnes procesadas y carnes rojas), e incluyen grasas insaturadas (como grasas mono y polinsaturadas). Estos patrones también son más bajos en azúcar añadida, grasas saturadas y/o trans, y exceso de calorías.
Los estudios han proporcionado evidencia consistente y convincente de que tales patrones dietéticos saludables están relacionados con un menor riesgo de cáncer, ciertas otras enfermedades, y morir a una edad más temprana.
Varios componentes de patrones dietéticos saludables también están relacionados independientemente con el riesgo de cáncer.
Los alimentos vegetales (tanto verduras como legumbres como los frijoles y habas), así como las frutas, son alimentos complejos que contienen vitaminas, minerales, fibra y otras sustancias que pueden ayudar a prevenir el cáncer. Se están investigando las posibles propiedades de prevención del cáncer de ciertas verduras y frutas (o grupos de estos), incluyendo verduras de color verde oscuro y naranja, verduras crucíferas (como repollo, brócoli, coliflor y coles de Bruselas), productos de soja, legumbres, verduras allium (cebolla y ajo), y productos de tomate.
Las frutas y verduras también pueden reducir el riesgo de cáncer por sus efectos sobre la ingesta de calorías y el peso corporal. Muchas frutas y verduras son bajas en calorías y altas en fibra, además de tener un alto contenido de agua. Esto puede ayudar a reducir la ingesta de calorías en general, y por lo tanto ayudar con la pérdida de peso y mantener el peso deseado.
Comer muchas verduras y frutas también se ha relacionado con un menor riesgo de otras enfermedades crónicas, especialmente enfermedades del corazón.
Para la reducción del riesgo de cáncer, la Sociedad Americana Contra El Cáncer aconseja seguir las Directrices Alimentarias de los Estados Unidos, que consisten en consumir al menos de 2½ a 3 tazas de verduras y de 1½ a 2 tazas de frutas cada día, dependiendo de los requisitos calóricos individuales.
Las legumbres (incluyendo frijoles, frijoles pintos, frijoles negros, frijoles blancos, garbanzos, frijoles lima, lentejas, y alimentos de soja y granos de soja) son ricas en proteínas, fibra, hierro, zinc, potasio y folato. Tienen un perfil nutricional similar al de las verduras y otras buenas fuentes de proteína, y son excelentes fuentes de ambos.
Los granos integrales (enteros) incluyen todas las partes del fruto original, y por lo tanto contienen más fibra y nutrientes que los granos refinados (o procesados). Las investigaciones han demostrado que los granos integrales probablemente reducen el riesgo de cáncer colorrectal. Además, los granos integrales y los alimentos ricos en fibra dietética parecen estar relacionados con un menor riesgo de aumento de peso y sobrepeso u obesidad, lo que también puede contribuir al riesgo de cáncer.
Las Directrices Alimentarias de los Estados Unidos recomiendan que al menos la mitad de los granos consumidos sean del tipo integral. La recomendación de la Sociedad Americana Contra El Cáncer en cuanto a elegir granos integrales es consistente con estas directrices.
La fibra dietética, que se encuentra en los alimentos de origen vegetal, como legumbres, granos integrales, frutas y verduras, y frutos secos y semillas, probablemente está relacionada con un menor riesgo de cáncer colorrectal, así como un menor riesgo de aumento de peso y sobrepeso u obesidad. La fibra también puede afectar las bacterias en el intestino, lo que también podría ser un factor influyente para algunos tipos de cáncer.
Los estudios acerca de los suplementos de fibra, incluyendo la fibra de psilio y la fibra de salvado de trigo, no han revelado que reducen el riesgo de pólipos en el colon. Por lo tanto, la recomendación de la Sociedad Americana Contra El Cáncer es obtener la mayor parte del consumo de fibra dietética de alimentos integrales, como verduras, frutas, granos integrales, frutos secos y semillas.
La carne roja se refiere a la carne no procesada de mamíferos, como carne de res, ternera, cerdo, cordero, carnero, caballo o carne de cabra, así como carne picada o congelada. La carne procesada ha sido transformada mediante un proceso de ahumado, curado, salado, fermentación u otros procesos para mejorar la conservación o resaltar el sabor. Algunos ejemplos son tocino o tocineta, salchichas, jamón, mortadela, fiambres y embutidos. La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o carne de res, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves de corral o subproductos cárnicos.
La evidencia de que las carnes rojas y procesadas aumentan el riesgo de cáncer ha existido durante décadas, y muchas organizaciones de la salud recomiendan limitar o evitar estos alimentos. En 2015, la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) concluyó que la carne procesada está en el Grupo 1 ("cancerígeno [causante de cáncer] para los seres humanos") y que la carne roja está en el Grupo 2A ("probablemente cancerígeno para los seres humanos"), basado en la evidencia para mayores riesgos de cáncer colorrectal. Los estudios recientes también sugieren un posible factor influyente que las carnes rojas y/o procesadas tienen en el aumento del riesgo de cáncer de seno y ciertas formas de cáncer de próstata, aunque se necesita más investigación.
Se desconoce si existe un nivel seguro de consumo para las carnes rojas o procesadas. En ausencia de tal información, aunque se reconoce que la cantidad de aumento del riesgo es incierta, la Sociedad Americana Contra El Cáncer recomienda elegir alimentos proteicos como pescado, aves , y frijoles con mayor frecuencia que la carne roja, y que las personas que consuman productos de carne procesada, lo hagan de manera esporádica y no habitual, si es que lo hacen.
Los azúcares añadidos y otros edulcorantes ricos en calorías (como el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa) se utilizan a menudo en bebidas azucaradas y alimentos de alta densidad energética (por ejemplo, "comida rápida" tradicional o alimentos muy procesados). Están relacionados con un mayor riesgo de aumento de peso y tener sobrepeso u obesidad, lo que aumenta el riesgo de muchos tipos de cáncer.
Los alimentos de alta densidad energética y altamente procesados también suelen tener más granos refinados, grasas saturadas y sodio.
Las Directrices Alimentarias de los Estados Unidos recomiendan limitar las calorías de los azúcares añadidos y las grasas saturadas, y específicamente obtener menos del 10% de sus calorías al día de azúcares añadidos.
El impacto en la salud de los alimentos altamente procesados es un área de creciente preocupación pública. Algunos tipos de procesamiento, como pelar, cortar y congelar verduras y frutas frescas para su consumo posterior, tienen importantes beneficios para la salud que aumentan la seguridad, la comodidad y el sabor de los alimentos. Pero hay un espectro en el procesamiento de los alimentos, desde los alimentos menos procesados como la harina y la pasta de granos integrales, hasta los alimentos altamente procesados que incluyen postres a base de granos industrialmente procesados, comidas listas para comer o listas para calentar, bocadillos, bebidas endulzadas con azúcar, caramelos y otros alimentos cuyo aspecto final difiere en gran medida de las fuentes vegetales o animales de los que provienen.
Los alimentos altamente procesados tienden a ser más altos en grasas, azúcares añadidas, granos refinados y/o sodio, y se han relacionado con resultados de salud no deseados, incluido el cáncer, en un pequeño número de estudios. Aun así, hasta el 60% de las calorías consumidas por día en los hogares estadounidenses proviene de alimentos y bebidas altamente procesados.
Algunas investigaciones han relacionado las dietas altas en calcio y productos lácteos con un menor riesgo de cáncer colorrectal, y posiblemente también cáncer de seno. Sin embargo, algunos estudios también han sugerido que el calcio y los productos lácteos podrían aumentar el riesgo de cáncer de próstata. Debido a que la ingesta de alimentos lácteos puede reducir el riesgo de algunos tipos de cáncer y posiblemente aumentar el riesgo de otros, la Sociedad Americana Contra El Cáncer no emite recomendaciones específicas sobre el consumo de alimentos lácteos para la prevención del cáncer.
Se sabe que la vitamina D, producida por el cuerpo cuando la piel está expuesta a los rayos ultravioleta (UV), ayuda a mantener la salud de los huesos. Las fuentes dietéticas incluyen algunos alimentos en los que se encuentra naturalmente (como pescado graso y algunos hongos), así como alimentos fortificados con vitamina D (como leche y algunos jugos de naranja y cereales) y suplementos. Algunos estudios han sugerido un papel potencial de la vitamina D en la reducción del riesgo de cáncer, especialmente el cáncer colorrectal. Sin embargo, estudios a mayor escala no han encontrado que los suplementos de vitamina D reduzcan el riesgo de pólipos colorrectales (crecimientos precancerosos) o cáncer.
La mayoría de los estadounidenses no reciben suficiente vitamina D en sus dietas, y muchos tienen niveles bajos de vitamina D en la sangre. Si bien el papel de la vitamina D en la reducción del riesgo de cáncer sigue siendo un área en la cual actualmente se están llevando a cabo investigaciones y debates, se recomienda evitar niveles bajos de vitamina D. Las personas con mayor riesgo de tener niveles bajos de vitamina D incluyen a personas cuya piel sea de tonos más oscuros, a las que viven en latitudes septentrionales y a las que permanecen en el interior y que no consumen fuentes de vitamina D.
Los suplementos alimenticios (también referidos como complementos nutricionales) son un grupo diverso de productos definidos bajo las leyes y regulaciones actuales de los Estados Unidos como aquellos que contienen vitaminas y minerales, así como aminoácidos, hierbas / botánicos, y otros tipos de ingredientes. Los suplementos de vitaminas y minerales pueden ofrecer beneficios importantes para la salud en aquellas personas que no obtienen suficientes micronutrientes provenientes de alimentos, o para aquellos con un trastorno que impida absorción de nutrientes.
Pero muchos de los otros productos que se comercializan como suplementos alimenticios en realidad no son “alimenticios” debido a que provienen de otras fuentes que no son alimentos y contienen sustancias cuyo origen no es de los alimentos. Asimismo, tampoco se pueden considerar “suplementos” ya que no proporcionan realmente una adición en la ingesta de micronutrientes que representen científicamente una importancia para la salud humana. Además, las leyes y regulaciones actuales no garantizan que los productos que se comercializan como suplementos alimenticios contengan realmente las sustancias en las cantidades que indican en la etiqueta, así como tampoco que estén libres de sustancias no declaradas y que podrían ser nocivas para la salud.
Aunque una alimentación rica en frutas, verduras y otros alimentos de origen vegetal puede que reduzca el riesgo de cáncer, la evidencia de que los complementos nutricionales pueden reducir el riesgo de cáncer es limitada e inconsistente. Adicionalmente, algunos estudios han encontrado que los suplementos que contienen sustancias en altas dosis, como betacaroteno y vitaminas A y E, de hecho pueden incrementar el riesgo para ciertos tipos de cáncer. No obstante, más de la mitad de las personas adultas en los Estados Unidos ingiere uno o más de estos productos.
Muchos diversos tipos de compuestos se encentran de forma natural en las frutas y verduras, y es probable que estos compuestos funcionen conjuntamente para lograr efectos que fomentan la salud. Aún y cuando no se tenga conocimiento al respeto, puede que estos compuestos en los alimentos enteros sean componentes de importancia que no están incluidos en los complementos nutricionales.
Algunos compuestos son descritos como contenedores del valor nutricional equivalente al de las frutas y verduras. Sin embargo, la pequeña cantidad de polvo seco del que están conformados estos comprimidos (píldoras, tabletas, cápsulas) a menudo contiene solo una pequeña fracción de las concentraciones presentes en los alimentos enteros, y existe muy poca evidencia que respalde que se pueda atribuir a estos productos la reducción del riesgo de cáncer. Los alimentos son la mejor fuente de vitaminas, minerales y otros componentes alimenticios importantes. Si decide tomar un suplemento dietético con propósitos de salud general, la mejor opción es un suplemento mineral balanceado o un multivitamínico que no contenga más del 100% del “valor diario” de los nutrientes.
Por el momento, la Sociedad Americana Contra El Cáncer no recomienda el uso de los suplementos alimenticios con el fin de prevenir el cáncer.
El consumo de alcohol es el tercer factor de riesgo prevenible más importante para el cáncer, después del tabaquismo y el exceso de peso corporal. El consumo de alcohol es causante de alrededor del 6% de todas las muertes por cáncer en los Estados Unidos. A pesar de ello, el grado de conciencia entre la población sobre los efectos causantes de cáncer del alcohol permanece en un nivel bajo.
Una bebida con alcohol se define como 355 ml (12 oz) de cerveza, 150 ml (5 oz) de vino, o 50 ml (1½ oz) de licores destilados o “bebidas fuertes” de graduación etílica de 80 (estándar estadounidense, cuyo 40% de su volumen es alcohol). En términos de riesgo de cáncer, lo que importa es la cantidad consumida de alcohol (etanol) y no tanto el tipo de la bebida.
Estos límites diarios no significa que se pueda beber cantidades mayores durante menos días de la semana, debido a que esto podría provocar problemas de salud y sociales, entre otros.
El consumo de alcohol es una causa reconocida como un factor de riesgo para los siguientes tipos de cáncer:
Puede que el consumo de alcohol también aumente el riesgo de cáncer de estómago.
El alcohol también interactúa con el consumo de tabaco al aumentar el riesgo de cáncer en boca, laringe y esófago de forma multiplicada en comparación con el efecto ya sea de beber o fumar por sí solos.
Algunas investigaciones han mostrado que cualquier cantidad de alcohol consumida incrementa el riesgo de varios tipos de cáncer, particularmente el cáncer de seno.
Las organizaciones públicas, privadas y comunitarias deberán colaborar a nivel local, estatal y nacional para desarrollar, abogar por e implementar cambios reglamentarios y ambientales que:
Los factores sociales, económicos y culturales influyen en gran medida en el peso de una persona, su nivel de actividad física, sus patrones alimentarios y su consumo de alcohol. Entre los factores que contribuyen a la prevalencia de la obesidad en los Estados Unidos se incluye:
La capacidad que una persona tiene para evitar muchos de los factores de un estilo de vida no saludable, incluyendo aquellos relacionados con el consumo de alimentos y bebidas, así como la actividad física, está influenciada a su vez por factores que quedan fuera de su control.
Las factores que afectan las tendencias hacia el exceso de peso corporal son complejos y hacer que retrocedan estas tendencias implicará una amplia gama de estrategias innovadoras, coordinadas y de estrategias de múltiples niveles que involucran a muchos grupos de personas.
Mientras que la mayoría de la personas en los Estados Unidos afrontan obstáculos para poder adoptar conductas saludables que fomenten una vida sana, estos desafíos a menudo son de mayor complejidad para las personas con un nivel bajo de ingresos, personas de razas y etnias minoritarias, personas con discapacidades físicas y aquellas en comunidades rurales, pues a menudo todas suelen afrontar barreras adicionales en la adopción de conductas que fomenten la prevención del cáncer. En parte, estas barreras contribuyen de forma contundente a mayores disparidades a la salud documentada entre la población vulnerable.
Para más información, refiérase a la Guía completa de la Sociedad Americana Contra El Cáncer (disponible en inglés) en .
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Actualización más reciente: junio 9, 2020
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